Los ladrones del alma nos amedrentan y luego nos esquilman. Comienzan por escurrirse, con sigilo, hasta el ático de nuestra vida. Y, una vez allí, se instalan sin permiso para tomar dominio de nuestros pensamientos. Si no los detectamos a tiempo, empiezan a manejar nuestra torre de control emocional y a dar instrucciones alteradas y parámetros mentirosos que nos llevarán por caminos muy pantanosos.
Los ladrones del alma, se llamen como se llamen, no tienen derecho alguno a seguir despojándonos. No les permitamos seguir ultrajando nuestros momentos más preciados, nuestras relaciones más valiosas ni nuestros años dorados.
Mi deseo es que este libro se transforme en un espejo donde te puedas mirar y ver reflejadas algunas de tus experiencias. Buenas o no tanto. Pero que, al final del día, generan que seamos quienes somos hoy en realidad: una aleación singular de expectativas, pensamientos y acciones. Una mixtura con excelencia latente. Una amalgama eterna sorprendente. Una mixtión con el potencial de poder alinearse con el sueño de Dios para nuestras vidas, pero que, a veces, se tiñe con aquellos ingredientes tóxicos de los cuales nos cuesta tanto deshacernos.
Te invito a recorrer cada página como un mapa autobiográfico.
A identificarte con las vivencias, sin quedarte estancado en ellas.
A meditar acerca de cómo y cuánto te han afectado, para luego mirar al cielo, a tu alrededor y salir a buscar ayuda.
Desde ya, agradezco tu osadía de elegir estas páginas. Celebro tu coraje de embarcarte en este viaje. Te invito, ¡ven conmigo! Este, por ahora, es un viaje de ida. Con doce escalas, te comento. Juntos lograremos llegar a la última estación, o sea, el epílogo de este libroespejo del alma.
Mi gran anhelo es que lleguemos descansados, renovados y restaurados.
¡A pleno!