
Catalina
Blanca Aragón Pardo
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que apostató de su credo, ¡y los frailes la han visto levantarse de su tumba y recorrer el convento con las cadenas en rastra!...»
»...Aquí -señaló el Profesor-, sobre esta inmensa piedra, los cuatro cayeron de bruces con los cuellos recogidos y las narices florecidas de rojo por la sangre. Sus cuerpos, tendidos sobre un charco, agonizaron juntos. Uno de ellos recibió la descarga en el pecho y su cabeza desarticulada y hermosa quedó sobre el blanco muro, echada hacia atrás -dijo el Profesor con lágrimas en los ojos. Después de un supiro, agregó-: En su cara perfilada y de rasgos claros, la barba negra y poblada era toda una mancha roja que contrastaba con el blanco agonizante de su tez... leer todo...
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