El instante que no existió
Crónica de un magnicidio invisible
Esta novela nace precisamente en ese territorio oculto: allí donde los hechos que pudieron cambiar la historia nunca alcanzaron a existir para la mirada de la multitud.
En estas páginas se entrelazan las voces de quienes caminan por esa frontera incierta: policías que actúan en la sombra, periodistas que persiguen un olor, un gesto, una huella mínima; hombres y mujeres que operan en la línea difusa entre la lealtad y la traición. Cada uno arrastra su propia historia, marcada por decisiones que se toman en segundos y cuyos ecos resuenan por años.
El relato avanza sobre la cuerda tensa de lo posible. No se limita a reconstruir un hecho, sino que se adentra en los pliegues de la memoria y en las zonas grises donde el bien y el mal se confunden con demasiada facilidad. Aquí no hay héroes de bronce ni villanos absolutos; solo seres humanos, complejos y contradictorios, que llevan sobre los hombros el peso de lo que hicieron... o de lo que estuvieron a punto de hacer.
Hay un perfume que recorre toda la narración, casi como un personaje invisible. No es un adorno narrativo: es un símbolo de la persistencia de ciertos rastros que, por más que se intente borrarlos, encuentran siempre la manera de regresar. Ese olor, en apariencia nimio, es el hilo que cose pasado y presente, y que conduce a la verdad que el lector irá desentrañando a cada paso.
Lo que aquí se cuenta es ficción, pero está construido sobre el pulso real de la historia reciente, sobre la certeza de que existen episodios que nunca llegan a la luz pública. En la vida real, la mayoría de esos sucesos quedan atrapados en archivos reservados, anotados con códigos y fechas, sin nombres ni titulares. En la novela, leer todo...