32 poemas y la noche se inclina
versos, nos entrega en 32 Poemas y la noche se inclina no solo un poemario, sino un manual de supervivencia emocional. Esta obra se presenta como un artefacto extraño y bello, un diálogo con esa "fuerza primordial" que es el amor, la ausencia, y la verdad que se esconde en los silencios. Con su estilo libre y sin rima, Castillo nos guía a través de un universo de melancolía y anhelo donde la noche se inclina y el amor, aún sin forma, es la forma más alta de Dios.
En este rito literario, Castillo abandona la métrica fija y nos obliga a flotar en la cadencia de sus versos, una estructura que, como el amor mismo, "no se sujeta a reglas". El autor, con la mirada de quien ha pintado los abismos, nos enseña a ver la divinidad en lo cotidiano , a reconocer que la piel "es un archivo" que "guarda voces, temblores, huidas" y que un sillón puede guardar la forma de un amor ausente. Es una poesía que explora la trascendencia del amor más allá del tacto, convirtiendo la ausencia en un espacio de revelación y el vacío en una "liturgia". En estos versos, el amor no es un premio, sino una "decisión que se toma cada día" , una práctica que se conjuga incluso cuando no hay música.
Al final, este libro es un abrazo para quienes han amado sin comprender y perdido sin olvidar. Es una puerta que "no se cerró del todo" , una invitación a entrar en un espacio donde el alma ya no necesita buscar. Castillo nos recuerda que hay amores que no piden regreso, "solo un lugar secreto donde seguir vivos" , y nos muestra que el suyo es un "incendio sagrado" que "no quema pero alumbra todo lo que toca". Es el poema cuando todo lo demás ha callado , una certeza que se siente con el alma abierta y co leer todo...