JARANDELA
mi angel de alas negras
en la honestidad de quienes amamos es, en sí misma, una apuesta
irracional. No se trata solo de la confianza en otro, sino del acto de sostener la fe
en que la vida puede ser genuina, transparente y compartida sin máscaras. Pero
esta fe, precisamente porque es radical, nos expone a la herida: la posibilidad de
descubrir que aquello en lo que creíamos carecía de la pureza que imaginamos.
Los espíritus más emocionales son los que más sufren. No porque carezcan de
fuerza, sino porque no se permiten relativizar lo auténtico. Allí donde otros pueden
dejar que lo trivial amortigüe la decepción, los honestos sienten en toda su
crudeza el desgarro de la falsedad. Están condenados, en cierto modo, a la
incomodidad perpetua de vivir en un mundo donde la máscara y la apariencia son
tan comunes como el aire que respiramos.
La paradoja final es que nada pesa tanto como la felicidad ya vivida. Los días
luminosos no se desvanecen: se convierten en un recuerdo que gravita, que
arrastra con dulzura y dolor a la vez. Su pérdida no es solo ausencia; es la
constatación de que aquello que nos elevó, en su misma grandeza, nos deja más
vulnerables al vacío. leer todo...
Nelson Luis Berrini Franchi
"Lo vivido no obstante la memoria; se deshace.
Más tarde nada te queda, ni siquiera los fantasmas del recuerdo, tan sólo sus sombras.
Entonces el Angel desplegó sus alas negras preguntando mientras desaparecía cielo arriba y en la oscuridad: que ha quedado en tu corazón ahora..?"