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Ramón Pastor De Moya Rodríguez (Pastor De Moya)

Ramón Pastor De Moya Rodríguez (Pastor De Moya)

@pastordemoya

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Ramón Pastor De Moya Rodríguez (Pastor De Moya)

Alfabeto de la noche

S/. 40,30

La noche, ese horizonte hondo, misterioso, oscuro e indescifrable, es incognoscible. Nadie conoce sus secretos ni sus fatalidades. Sólo el soñante o el poeta demiurgo de la noche se aproxima, en el poema, a contemplar, y a contar, sus imperecederas confidencias.
Inventarse un mapa y biografiar la noche, auscultar sus
perversos vericuetos, sus ondulantes pestilencias y goces, parecen ser el itinerario preciso del decidor. Indudablemente malquerer e interpretar la noche es un desafío permanente del escritor consigo mismo y la página en blanco. Crear una herramienta de sus designios, epitafios y enigmas.
A nadie le está conferido las innombrables estratagemas de historiografiar la noche sin un faro luminoso, un compromiso con el averno, o con ser parte del bullicio tumultuoso de las cavernas sabias y lujuriosas del placer y de la nocturnidad voluptuosa del deseo en el cabaret, la barra o la taberna fortuita.
Para acceder a la noche hay que cubrirse de deseo y lujuria, hay que embriagarse de sed de sexo, ilusiones y sueños. Hay que emborracharse de apócrifas pócimas de lo feo o de lo bello. Hay que alucinar y perderse en la fiesta del delirio, la poesía y lo humano, lo polimorfo perverso. O hay que ser un voyeurista vidente y pendenciero, amenazante y agresivo, chupa sangre, bebedor de agua ardiente o clerén y como el búho, la lechuza y el murciélago ser anónimo e inmóviles adictos de la mirada.
Y es que estos dos alucinantes poemarios con nombres tan brillantes e ingeniosos, con una textura pictórica exquisita e inmensamente bella. Alfabeto de la Noche y El Humo de los Espejos de Pastor De Moya. Ediciones A Mano, 1995, 1999 y 2000 son un arrebato ensordecedor de la mirada, el gusto del color, la sensación del goce, la pasión del poema y las que quedan entendidas.
En este bestiario nocturno de pájaros no se soporta nada: "ni los gatos en los tejados azules bebiéndose la noche", porque; "hoy huyeron las ratas de mi sueño". (Jorge Piña)
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El humo de los espejos

S/. 27,00

Los poemas de El humo de los espejos dignifican a la rosa, a la sombra, a la mujer, al amor, a la vida, a las ostras, a los árboles, a la llovizna, al fuego, al silencio. Están estos poemas sostenidos entre la expresividad refinada de un ser sensible y la capacidad mediativa de ese mismo ser.
Hay en la estructura de estos poemas, y dentro de ella en la estructura de los versos un ritmo extraño, sobrecogedor, caracterizado por la violenta introducción de unos desacostumbrados usos verbales, y el uso de unos adjetivos, tan sabiamente, pero tan poéticamente elaborados que no queda más que exclamar que en estos poemas están presentes algunas imágenes -no lo vamos a caracterizar-, al estilo de cómo las utilizó Mieses Burgos, o Borges, imágenes desde donde se acude al ensueño, al delirio, pero sin despojo de la realidad.
En El humo de los espejos la circularidad de los temas es una constante, y cuando menos se piensa al lector avisado no le queda más que reciclarse en sus emociones despertadas al ver que la esfera es la circularidad de la locura que no es más que un mito, ya que la locura puede ser nuestro placer de humanos sorprendidos ante la marga naturaleza.
En este libro-artista hay un sentido señero de la caída, de la caída del ser como ángel ido del destino de su Hacedor divino.
El humo de los espejos, a veces es la muerte, puede ser vida, el canto, el alma, la luz, el asombro, el amor, pero en definitiva es la matemática y la geometría de una presencia, propia de seres que han abandonado la normalidad vulgar de los hombres y ellos viven su propio mundo, sus propios universos, y desde ellos son entonces seres reales, pero muy especialmente, incomprendidos, a veces.
Me refiero al Poeta, al bardo que ya toma los espejos, o su humo, o el alfabeto que lo comprende a los dos por medio de algo que está inmerso en el misterio de la inteligencia y la sabiduría natural de los seres especiales: la anticipación, el tiempo, la dicha del canto sagrado, en fin, la poesía. (Héctor Amarante)
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Jardines de la lengua

S/. 37,80

Al adentrarse el lector en estos versos no solo se describirán ante sus ojos la irreverencia y los atrevimientos verbales, los sueños mejor guardados que deciden escaparse, las batallas vencidas del alma y sus travesías por las luchas de los hombres. Se deslizan las sutilezas, caen las palabras bien cerca de lo nefasto y de la incertidumbre, se arriesgan a perderse entre la confusión del ser que se ahuyenta a sí mismo, y aprecia su suerte vanagloriando su propia ausencia.

"Afuera del no ser están las cosas deformando/ los objetos volátiles del cuerpo/ parecería como si los gatos no tuvieran/ culpa de la noche". Las palabras de Pastor de Moya reflejan cada cuestionamiento sumiso pero intranquilo de una esfera mordaz de pensamientos, ahogada en los vicios de la lengua y el corazón, y su esencia cruda es el transporte hacia la pérdida de toda inhibición.

En "Jardines de la lengua" la poesía se desnutre de lo convencional y se refugia bajo el ala de una conciencia bordada de la naturaleza hedonista de la existencia y unas peligrosas furias y destellos humanos esperando por acontecer en los espacios del tiempo.

Gritan sexo, vida y secretos estas páginas, como si todo en la tierra se resumiera al desastre y la redención prometida, se convierte lo maldito en lo más preciado que se tiene para encarar el desenfreno de los sentidos, condenados a lo largo de la vida como bestias rastreras, inexplicablemente infinitas.

Esta lectura resguarda misterio, aforismos, siluetas en la oscuridad. Cuando la lengua se desviste en su jardín ya no es responsable de la transfiguración de sus palabras, escupidas e inconformes, sudorosas, que deambulan. (MariPily Menéndez)
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Buffet para caníbales

S/. 32,80

Hay en la prosa Pastor de Moya una fuerza verbal extraordinaria, un lirismo sofisticado y medido, un punto de vista maldito. Hay un patetismo en el Gordo, el voyerista-fetichista que queda tuerto por su afán de robar un poco de intimidad ajena, muy propio de esa literatura maldita. Pero más que la historia del personaje, es el punto de vista de quien narra. Se narra desde las cosas concluidas, condenadas y perdidas. Hay una irreverencia lúdica en el uso del lenguaje, un impudor que rompe cualquier barrera para el mundo que quiere ser desvelado muestre sus miserias. Todo lo que allí florece está condenado. Decir que Pastor de Moya es un escritor maldito no deja de ser un apelativo, que sea escritor, de nuestro país y en nuestra lengua es un gran aliciente. No sólo porque se suma, junto con otros jóvenes prosistas, a ese esperanzador atisbo de narradores criollos, que con tanto entusiasmo todos aguardamos desde hace tiempo, sino porque hay sustancia, y de la buena, detrás de ese impulso provocador que tanto hace evolucionar a las artes y que tanta falta hace en nuestras letras. (Cecilia Ramis) leer todo...

La piara

S/. 37,40

La poesía de Moya se aproxima de forma cruda a los espacios de la cultura popular, en especial al de la farándula superficial dominando la forma de aproximarnos a nuestra animalidad, la muerte, la comida y la historia. Así toman forma en La piara una manada de mensajes y prosa aparentemente inconexos, aún cuando se acoge el orden posicionado por el autor. Este sugiere en el índice, la primera y segunda caída de La piara, El asado y Teorema de la lobotomía, y culminar con un mensaje o Manual para suicidas mancos de ambos brazos, capítulo que contiene, literalmente, una navaja a utilizar en caso necesario.

La diagramación del texto (éste ha de leerse colocando en forma horizontal el libro), crea una farsa que contribuye al artificio en el que se convierte el poema. Moya es sincero, invita a ver, a participar en su juego de imágenes de múltiples apreciaciones que duelen, cuentan, muestran y se mezclan, creando un particular espectáculo visual, primado por la poesía lograda que nos ofrece para acompañarnos en la misma espera, la misma masa difusa, el mismo velorio de un puerco, esta maldita y repetida película...

Es entonces cuando la espera toma un giro virtual lleno de imágenes que oscilan en un carnaval deshumanizado. El lector es partícipe de las voces y los cuerpos en la página y de la sensación de vértigo que producen las drogas o el alcohol. El aparente desorden que crea el autor ofrece una vista sagaz a un caos donde además de retratar nuestras sociedades contemporáneas, a modo alucinante se ve algo más en lo impredecible y se juega con lo inevitable, que satiriza mientras celebra. Moya se contradice para crear una ironía nueva, siniestra, que es capaz de refugiarse y recrearse en la poesía mientras aparecen unas imágenes borrosas, parecidas a las mallas sucias de algún serígrafo manco. (Diana Ramos Gutiérrez)
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Altares y profanaciones

S/. 36,70

Ninguna locura, es un monumento a la cordura, interactúa en un orden pretoriano de significantes, toda su apostasía es adrede, toda la fuerza del mandala, es un rito acendrado, un divertido esbozo de cinismo, por ello usa los términos más incitantes para crear la repugnancia, para darle señera búsqueda fundacional al ámbito de las pasiones, el mundo que retrotrae sus vísceras y excrementos, sin trascendencia.
La obra se divide en tres partes: "Altares o textos en trance", "Profanaciones o la musaraña" y "Para leer y fumar debajo del agua", este último, un diálogo imaginario con tres escritores, partiendo de sus propias obras, en una magistral construcción del contenido crítico y urticante. Su definición de la baba y su tabla de valores, sus distintas acepciones, en relación con los oficiantes sociales, es la crítica más demoledora producida por un aeda, contra la mampara y los artilugios de las imposturas humanas. (Tony Raful)
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