En un mundo con problemas cada vez más difíciles de resolver, últimamente, se ha entrado en un vórtice que nos está llevando, lentamente, a la autodestrucción. Han nacido movimientos muy activos que, usando los medios de comunicación a su servicio y en el cual las élites que detentan el poder están muy interesadas, nos tratan de convencer que son los indicados para que los seres humanos tengamos la oportunidad de demostrar que hemos progresado hacia el añorado futuro que finalmente nos haga vivir con serenidad.
A través de tácticas de manipulación nos han vendido que la homosexualidad y el feminismo militante no son una de las causas, sino la consecuencia, de la situación que nos está llevando a entendernos siempre menos y aumentar la soledad de las personas por la pérdida de la capacidad para relacionarnos con el otro sexo. Es así que se promueven comportamientos que están dando como resultado un hastío hacia lo que supondría la supervivencia de la especie, es decir, la predisposición, que sería natural, a asegurar que en el futuro seguiremos existiendo como seres humanos y por lo tanto, a evitar desaparecer de la faz de la tierra.
La homosexualidad y el feminismo militante se oponen a pensar que la principal función de cada especie es asegurar su continuidad. La homosexualidad, estéril por definición, y el feminismo militante, que rechaza la idea incluso de la necesidad del hombre, no quiere tener nada que ver con asegurar que tendrán una descendencia a través de sus propios hijos, debido a que impediría su libertad y realización.
Con todo esto en mente, se ha tratado de revelar que la base, no solo científica sino también psicológica, de estos grupos, no nace de lo que ellos querrían, o sea fallas de la naturaleza, sino de problemas, en sus primeras fases de su vida, gestación, infancia y adolescencia, que no habiendo podido superar terminan por entregarlos a prácticas desesperadas por dar un respiradero a su angustia existencial. Es así que hoy vivimos en una confu leer todo...