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Ese extraño llamado Yo

Fenomenología en la psicosis

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La narración que aquí presento a ustedes intenta esbozar una metafísica del sujeto que se compone del lenguaje que solo podría ser utilizado en cada momento de esa narración. En otras palabras, aquí habla el sujeto que experimenta y no el sujeto que recuerda.

Pero, ¿Por qué hablar
de una metafísica y porque del sujeto? En primer lugar, se trata de una metafísica, en cuanto pretende atrapar el sentido del experimentar mismo y no solo sus datos empíricos. En segundo lugar, es del sujeto porque no se remite a la concepción de realidades objetivas sino solo a la historia concreta de una subjetividad.

Pero este libro cumple también otra función. Ésta consiste en que el lector se cuestione acerca de su propia identidad, lo que requiere una identificación con lo que la lectura misma representa.

Invito pues al lector a que se sumerja en el fascinante mundo de lo absurdo de la existencia, lo invito a que piense el sentido desde la contemplación del sinsentido, lo cual termine tornando esta narración en una forma de terapia no imaginada hasta ahora, pues aún le debemos a la literatura el reconocimiento de su capacidad para influir en la ciencia médica, y si no lo creemos así, podemos preguntarle con histérica premura al fantasma dejado por el admirable doctor Freud.
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editorial
edición del autor
disponibilidad
impreso bajo demanda
año edición
2015
n° edición
1
categoría
Novela
n° páginas
117
formato
14 x 21 cm (con solapa)
papel
Papel Beige 70 Grs
color
Blanco y Negro
César Augusto Sánchez Giraldo

Mi nombre es César Augusto Sánchez Giraldo y soy Licenciado en Filosofía de la Universidad de Antioquia. Cuento con un pensamiento radical que siempre va en busca de la posibilidad de pensar el mundo de otro modo al comunmente aceptado por una lógica artificial que se va haciendo natural.

Mi
punto de vista sobre la historia trata de hurgar en ella encontrando un sentido que es el sinsentido mismo como caos de la existencia. Sin embargo me considero un humanista que pretende siempre un mundo mejor y que aporta, a través de la crítica, su granito de arena.

Tengo 34 años, y espero al término de mi existencia, poder ser conocido como alguien que aportó algo diferente a la forma de pensarnos como latinoaméricanos que tienen su propia potencia sin depender de otras latitudes para forjarse como habitantes de un planeta que ya nos queda pequeño
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