Algo se mueve alrededor del desarrollo humano y de eso llamado bienestar. Sobre la condición biológica y sobre sus entornos. Ya no se trata de lo uno o de lo otro, sino de ambos, en un acoplamiento histórico que se remonta a sus orígenes. Se trata de entender lo que fuimos y lo que podríamos llegar a ser. Una nueva forma de mirar el desarrollo humano y no solo mirarlo desde arriba hacia abajo o desde abajo hacia arriba, porque lo vertical ya dejó de ser supremacía. Tampoco se trata solo de la razón o solo de la emoción, sino de la emoción con la razón. Se trata de nuestro cerebro, de una relación recíproca entre su corteza cerebral, sus zonas más profundas y de aquello que desde afuera viene a encarnarse en él.

Ha sido una larga jornada, ha tomado muchos años de investigación, de errores y de aciertos. Hoy podemos atrevernos a señalar que la experiencia subjetiva de la felicidad, el placer, las recompensas y el bienestar general dependen de interrelaciones entre redes compartidas y/o superpuestas. Redes complejas, dinámicas, que cambian con cada nueva experiencia, con cada nueva encarnación. En términos generales, podemos señalar que toda nuestra vida mental - pensamientos, emociones, recuerdos y decisiones- se sustenta en una estructura, la estructura cerebral. Por ello, para tratar de entender cómo el cerebro hace posible el sentido de bienestar, primero es necesario entender lo básico de su organización (o estructura), función y modos de comunicación, y de cómo el cerebro se acopla con sus entornos pasados, presentes y futuros. leer todo...