Mi nombre es Eduardo Viglioni y nací en enero de 1973 en San Ramón, (Valle de los Espejos) Uruguay.
Cuando estaba realizando mi formación secundaria en septiembre 1988, algo extraordinario sucedió en la ciudad de San Ramón: la localidad donde vivía era visitada por naves procedentes del cosmos.
En diferentes salidas, realizaba labores de soledad, armonización, relajación, concentración y meditación. Comenzaba los viernes por la tarde o sábado y culminaba al día siguiente; desde que tenía 14 años fue mi estilo de vida usual.
Finalmente, debido a la preparación realizada, en el 2001 viví mi primera experiencia xendra.
Este libro tiene que ver con una parte de la historia del plan cósmico que se erige sobre nuestro planeta y con la historia real de los abandonos, la manipulación y el amor. El autor es guiado por un proceso de desarrollo interno gracias a un "retornado".
Los retornados son personas que han sido rescatadas por los guías extraterrestres de incidentes fatales como el atentado a las torres gemelas, los bombardeos atómicos a Hiroshima y Nagasaki.
Nos habla de la concurrencia de concepciones distintas de la existencia; nos habla de Dios, el amor, la vida y el proceso que impulsa a todos los seres a la conquista y descubrimiento del valor, propósito o motivo de su existencia. Tiene que ver con encuentros y con emisarios desconocidos; también con nuestras emociones, con el Ser y el no ser, con nuestras sombras y nuestras luces. En fin, tiene que ver con la vida misma.
Este libro habla del perdón en toda su dimensión: cósmica, humana y cuántica. Intentará entregar herramientas para comprender su proceso, sus etapas, su realización y de qué modo afecta y afectará a la labor colectiva e individual. leer todo...
De un momento a otro el arenal había adquirido una apariencia fantástica: el arroyo se veía azul marino, muy profundo. Las arenas casi anaranjadas, brillaban del mismo color que la luminosidad irradiada por la baja y densa capa de nubes.
Absorto en ese ambiente mágico, veo claramente a mi mascota sentado a menos de veinte metros. Me pareció muy extraño, él corre como loco cada vez que salimos al campo y nunca se detiene.
Lo llamo y parece no darse cuenta de mi presencia, estaba estático, inmóvil. Me aproximo bastante a él y parecía congelado, no pestañaba, pero miraba al frente, muy pensativo.
Miro por sobre mi hombro izquierdo y ahí estaba eso, lo que Tyson miraba sin poder reaccionar.
Miré y vi. Eso estaba al borde del arroyo. Se trataba de una formación lumínica concentrada de color blanco brillante, con apariencia humanoide, de unos tres metros de altura. leer todo...
En las siguientes páginas, por medio de poemas, relatos y reflexiones, recorrerás un camino de transformación interna que te conducirá desde las profundidades de la ilusión, hasta un proceso de metamorfosis que continuará con el vuelo del espíritu.
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