Provengo de una barriada popular en las afueras de Caracas. Cuando niño, esta era una zona rural muy fértil, cuya geografía estaba dominada por cultivos agrícolas. A decir de los habitantes de Caracas, Macarao tiene una luz solar especial y un clima más fresco que el de la ciudad: ese fue el marco reverencial de mi infancia; ganado, plantaciones de repollos y cebollinos, olores de tierra y de campo. Allí comenzó mi pasión la Navidad.
Con el paso de los años esa pasión tomó forma en cuentos y novelas. El tiempo que me dejaba mi oficio de carpintero lo dediqué a escribir y soñar. Ahora, a mis cincuenta años, ya acercándome al umbral de la vejez, he decidido compartir con el mundo mis historias, no mis vivencias, que esas al fin y al cabo se parecen a las de cualquiera, sino las más importantes, las que habitan dentro de mí.