Nariño necesita pensarse, y lo viene haciendo. El pensar no es únicamente obra y acción de producir pensamiento. Tiene que ver con la acción de reflexionar o razonar sobre una realidad, estructura o coyuntura.
Tiene que ver con la necesidad de generar debate constructivo, ideas sistémicas, análisis deductivo e inductivo, para llegar a síntesis o antítesis y luego poder incidir o determinar los caminos de acción, sobre los cuales se encarrilan los procesos sociales, económicos, políticos, culturales y en si del desarrollo humano. Se necesita que el ser humano vuelva a ser el centro de la existencia.
Los hombres y las mujeres no pensamos igual. Si observamos al interior de las iglesias, partidos políticos, asociaciones comunitarias, empresas o cualquier grupo humano, encontraremos que el pensamiento no es armónico ni mucho menos lineal. Las ideas son como vectores, o se comportan como ondas electromagnéticas, que van en varias direcciones, son multidimensionales y multivectoriales. El pensamiento es libre, puede elevarse a niveles de abstracción superiores. No tiene cadenas ni ataduras. Es el único capaz de elevar la categoría del ser humano a un ser trascendental, que es el nivel más alto del ser social.
Nariño necesita fortalecer y tener un centro de pensamiento. Ya la Academia Nariñense de Historia lo construye con sus investigaciones y publicaciones, también la academia como la Universidad de Nariño y diversas universidades. El Centro de Pensamiento debe ser auténtico, que nazca de las propias expresiones, costumbres, historia y cultura de quienes nacimos y vivimos en el sur de Colombia, así no tengamos lineamientos comunes, ni se comparta manifestaciones ideopolíticas.