Es un sentido relato, a veces tierno, de ensoñadora e íntima relación familiar entre un sencillo y romántico muchacho provinciano de nombre Hilario Coba, con la respetable figura de sus abuelos. Dentro de cuyas memorias especialmente por parte del viejo y, dirigidas a satisfacer la curiosidad de su nieto, va emergiendo poco a poco como telón de fondo las incidencias y consecuencias de una guerra fratricida donde se vería involucrado de forma involuntaria, un amplio sector de la población que era siempre el que corría con los daños colaterales en dicho conflicto; tal y como ocurrió precísamente con aquel y sus vecinos. Obligando al pacífico y ponderado Florencio Antonio Palma en sus tiempos mozos, a participar en el llamado ?Ejército de la Dignidad?, en contra de un régimen tan maluco que los martirizaba; comandado por el insigne General Vallepascuence ?epónimo de su tierra?, Emiliano Acevedo Cermeño. Momentos aquellos que el joven va narrando con sus mismos actos dentro de su muy particular proceso de aprendizaje, yendo hacia atrás y adelante en el tiempo, como si lo hiciera maniobrando su propia y fantástica máquina; al más puro estilo del incomparable H. G. Wells. Siendo que, las casas en que sus ancianos parientes vivieron ?la de antes, su primer nidito de amor en tiempos de su juventud, la otra, ya viejos, donde siguieron siendo felices arrullados por el diario canto de los pájaros? y, no se sabe por qué extraño mecanismo del entramado espacio-tiempo, especie de portal temporal a través del cual el inquieto joven virtualmente se evadía, lo inspiraba de continuo en su aventura. En las que se llevaba a cabo un conjunto de fenómenos, reñidos con la clásica concepción de la física que debía regirlos; al menos hasta donde él era capaz de llegar, en la comprensión de tales cosas? Todo ello ocurre en un pueblito llanero de calles polvorientas; y, terrosos techos de zinc de campo petrolero abandonado. Señalado a veces, al parecer, por la ensangrentada guadaña de los Ángeles de la muerte.