LA LOCA CON.CUERDA...

Está en frases sencillas: "Lleva abrigo", "Aliméntate bien", "Lee más", "Haz ejercicio". Consejos que podrían parecer comunes, pero que en su voz tienen un peso distinto, porque provienen de haber vivido las consecuencias, de haber sido testigos de lo que funciona y lo que no. ¿Cuántos abuelos trabajaron la tierra a la manera antigua? ¿Cuánto de ese conocimiento sobre plantas, infusiones, y remedios naturales se está perdiendo hoy? Ellos no contaban con hospitales modernos ni con la tecnología médica actual. Se valían de lo que sabían, de lo que la naturaleza y la tradición les enseñaba. Esto no significa rechazar la ciencia ni la tecnología, todo lo contrario. Es reconocer que ambas formas de conocimiento -el moderno y el ancestral- pueden coexistir y complementarse. Valorar la historia es también una forma de conocernos a nosotros mismos. En la vida de nuestros mayores podemos ver reflejos de lo que queremos o no queremos ser. No se trata de competir con ellos, si no de evolucionar desde lo que ellos ya han vivido. Nuestros abuelos son bibliotecas vivientes. No importa cómo haya transcurrido su vida: escucharlos es una manera de reconectar con nuestra raíz. Enseñarle esto a nuestros hijos es sembrar empatía y respeto. Al final, estamos formando el modelo de cómo ellos, algún día, podrían tratarnos a nosotros cuando lleguemos a esa etapa. También es fundamental que, como familiares, como cuidadores, aprendamos a acompañarlos sin juicios, con amor, empatía y límites saludables. En ese acompañamiento también aprendemos algo muy valioso: el cuidado del cuidador. Saber escuchar sin apegarnos emocionalmente a sus dolores o frustraciones, es una forma de protegernos para poder ser un canal de contención y no una esponja emocional. Ellos necesitan sentirse importantes, útiles, requeridos. Y muchas veces lo manifestarán de maneras que solo desde la paciencia podremos entender. Thomas Antonym Arango Toro - OWL - leer todo...