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69 Eróticas y Lujuriosas

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El erotismo y el sexo han estado asociados a la sociedad y la cultura del hombre desde los inicios de los tiempos, y el caso de la literatura no es una excepción, si bien a menudo se ha visto sometida a la censura por considerarse 'pecaminosa', sea lo que fuere ese concepto.

Los primeros escritos eróticos se remontan al año 400 a.C y al dramaturgo Aristófanes que describió la primera 'huelga de sexo' en Lisistrata. Después de él, alrededor del año 300 a. C. surgen los poemas satíricos de Sotades, que llegaron a acarrearle la prisión por sus críticas a la unión de Ptolomeo con su hermana Arsinoe.

Y del siglo II a. C. es el texto Los diálogos de las cortesanas de Luciano, considerado el libro pornográfico más antiguo, y es allí donde Luciano emplea por primera vez el término lesbianismo para definir la homosexualidad femenina.

69 Eróticas y Lujuriosas combina la temática eroto-sensual de la postmodernidad del Siglo XXI, con un inesperado parámetro métrico del Siglo XV: La espinela octosilábica, y así, la temática sexual urbana del tercer milenio se encuentra y se ajusta con una métrica cantarina, que le aporta ritmo y cadencia.

Lo más probable es que 69 Eróticas y Lujuriosas tampoco escape al cerco censor ni a la crítica pacata, pero mientras tanto será considerada, como sus antecesoras, 'poesía a una sola mano'.
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editorial
edición del autor
disponibilidad
impreso bajo demanda
ISBN
978-980-12-7096-6
año edición
2014
n° edición
1
categoría
Poesía
n° páginas
74
formato
17 x 24 cm (sin solapa)
papel
Papel Blanco 75 Grs
color
Blanco y Negro
Andrés Simón Moreno Arreche

Creo en la palabra, todopoderosa, hacedora de ilusiones y universos. Creo en la prosa y en la poesía, sus hijas gemelas, concebidas por obra y gracia del intelecto, que nacieron de la creatividad en tiempos del primer alfabeto; que padecieron bajo el poder de las inquisiciones y que fueron crucificadas, muertas y sepultadas por la ignorancia; que descendieron a los infiernos del silencio y que resucitaron de allí, subieron a los libros y están sentadas a las puertas de Ataraxia, donde juzgarán a cultos e ignorantes.
Creo en el espíritu noble del editor y en la tenacidad del librero, hacedores y dadores de conciencia; en la imprenta como la casa que vence las sombras; en la comunión intelectual de los lectores; en el desenlace de los relatos; en la resurrección de la tinta sobre el papel en blanco y en la vida eterna de las bibliotecas, Amén.
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