El abismo me devolvió la mirada

Estas páginas que tienes entre tus manos no son un ejercicio de nostalgia complaciente, ni una glorificación del abismo. Son cicatrices. Marcas indelebles grabadas a fuego en la piel del alma durante una travesía oscura, donde la depresión era la brújula y el alcohol, un espejismo de alivio que solo conducía a un laberinto más profundo.
"Poemario Maldito" es un vestigio de ese tiempo. Un eco distorsionado de una voz que susurraba desesperación entre resacas y noches sin fin. Cada verso aquí contenido es un fragmento de ese naufragio personal, un grito silencioso atrapado en la garganta, una sombra proyectada sobre la pared de la cordura.
No busco belleza lírica en la putrefacción, ni pretendo adornar con metáforas el hedor de la autodestrucción. Estos poemas son crudos, directos, a veces incluso repulsivos. Son el testimonio honesto de un descenso a los infiernos, donde la mirada perdida se encontró con el vacío, y para mi sorpresa, el vacío me devolvió la mirada.
Durante mucho tiempo, estos escritos fueron un secreto vergonzoso, un recordatorio constante de una etapa que deseaba borrar de mi memoria. Los guardé como quien esconde una enfermedad contagiosa, temiendo que su lectura pudiera contaminar el presente que tanto me costó construir.
Hoy, los expongo a la luz no por vanidad literaria, sino como un acto de liberación y, quizás, de advertencia. Este libro es la prueba tangible de un pasado que ya no me define. Es la constatación de que se puede emerger del fango, que la oscuridad, por profunda que sea, no es el destino final.
Al releer estos versos, siento una mezcla agridulce de dolor y distancia. Reconozco al hombre que los escribió, pero ya no soy él. La tinta que manchó estas páginas es la misma sangre que hoy fluye con una renovada esperanza.
Si te adentras en este poemario, te pido que lo hagas con la misma cautela con la que se explora una ruina antigua. No busques consuelo en la desolación, sino la confirmación de que incluso los abismos más oscuros pu leer todo...